lunes, 21 de agosto de 2023

DE LA PANDEMIA A LA COTIDIANIDAD. (De la realidad a la evasión)

 "Cualquier idiota puede superar una crisis, es la vida cotidiana lo que te consume" - Anton Chéjov

La última entrada de mi blog fue en el 2021, no puedo creer que ha transcurrido tanto tiempo, pero si hago un recuento de hechos en mi vida, recapitulo y es asombroso todo lo que ha pasado.

Estoy aquí de nuevo por que escribir me libera, me reconforta y me enfrenta siempre con la verdad, a veces una que no quiero ver, o que más bien me da miedo enfrentar.

Quería contarles todo lo que ha sucedido, para poder también recordar y no olvidar que sigo en pie, que no me detengo y no pienso detenerme. Tal vez lo haré unos minutos, unos días, para retomar fuerzas que de pronto se me van. 

Mucha filosofía y muchos maullidos, más de los que pudiera imaginar. Para ser exactos lo último que realmente escribí en estas páginas virtuales fue un artículo en donde hablaba de la realidad y seguíamos en medio de la pandemia, la frase "La tarea de la realidad es despertar las preguntas últimas" encabezaba mi desahogo, y contaba las huellas que la realidad en ese momento dejaba sobre mí. En otro artículo anterior narraba el sentido que descubrí en todo lo que me pasaba, y es justo ahora lo que también intento aclarar.

Trabajé muy duro durante esos días, de forma incansable. Las personas tenían una enorme necesidad, tanto como yo, de sanar, de iniciar procesos. El dolor, la realidad era cruda, así que no me detuve, di muchísimos talleres en línea y terapias individuales, escuché historias duras y crudas de muchas pérdidas, algunas eran de seres queridos, otras cosas materiales, trabajos, parejas, identidades, todo estaba ahí, yo escuchaba atenta, acompañaba y en la intimidad como siempre hacía el mío, era sorprendente ver que mi profesión cobraba sentido como nunca antes lo había tenido.

La disponibilidad de las personas era increíble, el taller de escritura terapéutica tuvo muchísimo éxito y llegó a tener cuatro niveles. Como siempre mi enfoqué filosófico hacía enfrentar a las personas con algo más que su sombra y agradezco que me permitieran acompañarlos en su duro despertar como le llamaban algunas de ellas.

Di conferencias y cines filosóficos, en donde se abordaba de manera extensa el tema de la película. Pero al terminar los cuatro niveles del taller las personas sentían que ese camino que aun empezaba daba para más, y descubrí que lo mismo pasaba conmigo, aun había mucho más por andar, y empecé a dar talleres de filosofía. Me resistía tiempo atrás por que pensaba que no era una experta y que me faltaba sabiduría para poder enseñar y compartir. Pero fui honesta conmigo y descubrí que la más necesitada de filosofía en medio de todo ese desorden pandémico era yo y a petición del público armé mi primer taller sobre la filosofía de las emociones.

De ahí no nos hemos detenido, de una comunidad terapéutica bellísima formada en la virtualidad, nació un grupo de filósofos aprendices por llamarlos de alguna manera, que han quedado prendados de lo que la filosofía regala, obsequia y al mismo tiempo arrebata. Me di a la tarea de crear muchísimos talleres, explorando temas diversos, la nostalgia del absoluto, en busca de la realidad, una hermosa introducción al mundo filosófico con la filosofía para náufragos, el sentido del sufrimiento y no podían faltar un hermoso taller sobre la filosofía del plan de vida, una guía existencialista y el que más les ha gustado, la filosofía y psicología de los 7 pecados capitales.

Todo este paseo filosófico me ha enfocado más de lo que esperaba, la huella que la realidad dejaba en mi en ese momento se hacía mas latente, así que escribí un libro. Ese proyecto que llevaba años rondando mi cabeza al fin se materializaba, la pluma me exigía, mi corazón lo necesitaba, y me atreví a dejar que las letras hablen y a desentrañar lo que mi existencia me ocultaba.

Nació la primera parte de mi autobiografía, la titulé EL GATO DE ALICIA, UNA SONRISA SIN GATO, como buena existencialista no solo narré mi historia, usando a Alicia de Lewis Carroll como alter ego, atravesé el espejo y me lancé con mi infierno y mi purgatorio a firmar libros a la Feria Internacional del libro de Guadalajara. Lo recuerdo y no puedo creerlo.

 Mientras todo esto pasaba, la biblioteca continuaba cerrada, como tal vez muchas cosas en mi vida que no terminaban todavía de abrirse. Mi libro está narrado en tres tiempos, en esta primera parte publicada está el infierno y el purgatorio, use la analogía de la divina comedia, uno de mis grandes libros favoritos para establecer una estructura y tener un punto de partida más que me permitiera armar el rompecabezas. Es el paraíso el que está pendiente y en el que sin querer me he sentido atorada en este 2023 que va ya a la mitad.

José y yo nos dimos a la tarea de remodelar la biblioteca, era tal vez algo concreto que nos ayudaba a sentir que no estábamos estancados. Materializar es algo que me enfoca y me dirige sobre todo porque a veces siento que no poseo nada material. Cuando mi padre murió pensé que no haría lo mismo que el, siempre digo que hacer lo opuesto no es hacerlo diferente, y creo que hice lo opuesto, me lancé al mundo intentando librarme de las cadenas de lo que según yo lo aprisionaron, y he terminado igual sin nada en los bolsillos, aunque en realidad el si tenía algo que yo aun no tengo, una casa.

Lo único concreto que poseo son mis más de 3000 libros, ellos son por ahora mi casa, es todo lo que heredaré a mis hijos. Libros que en su mayoría no han sido míos, pues son donados, como esas historias que las personas me comparten en los talleres y en las consultas. Mi historia parece estar formada por historias que no son mías, de ahí nace la necesidad de contar la mía, para rescatarla y que no se pierda entre tantas otras.

Decidirnos a invertir todo lo que ganamos y juntamos durante la pandemia en la biblioteca fue una decisión complicada, no ha sido fácil, desprenderme de lo material que logré juntar después de no tener nada en los bolsillos, me deja a veces con la sensación de que vuelvo a quedarme sin nada. Pero no es así.

Mi hija Sofía ha terminado la universidad, gracias a la desescolarización teniendo tiernamente 19 años finaliza la carrera, tal vez no en la mejor universidad que yo hubiera querido, pero es lo que mi corazón ha podido darle, espero que eso no merme ni desmerite en su interior el valor que pueda darle a su talento como diseñadora que es enorme y mi hijo Rafa hace unas semanas a sus 15 años presentó su examen para certificar la preparatoria, y le ha agarrado una pasión inmensa a la música, especialmente a la clásica y está por presentar su examen en bellas artes por que desea con toda su pasión ser concertista.

La biblioteca se reinauguró hace casi ya 2 meses y medio, y nos ha quedado hermosa, José mi amado arquitecto ha puesto también ahí todo su amor, y ha hecho un diseño que le admiro. Las personas llegan y al ver la transformación no dan crédito, ha quedado sublime. Es nuestro refugio, y nuestro obsequio al mundo que camina desesperanzado. Y es así que recobramos fuerzas para continuar, en días como hoy que el insomnio me abandona y me deja descansar, puedo madrugar tranquilamente sintiendo que he descansado y es que me doy permiso para escribir estas líneas, para materializar mis emociones, mis pensamientos, mi dolor y mi alegría. 

Terminada la pandemia me doy cuenta que esa necesidad que todos teníamos de abrir nuestros corazones y sanar nuestros dolores se ha vuelto a quedar encerrada en un cajón. Salir al mundo a enfrentar la realidad no es una opción, es curioso que estando encerrados no nos quedara de otra mas que hacerlo, pero ahora que vamos a su encuentro lo que hacemos es intentar evadirla, y recurrimos a los deseos, los placeres, a todos los estímulos que nos regala el consumismo y el relativismo de la posmodernidad para perdernos de nuevo hasta que aparezca otra pandemia o el apocalipsis zombie que predicen los canales de streaming.

Las personas ya no necesitan los talleres como antes, ni los procesos terapéuticos para sanar, de nuevo los psicólogos y los filósofos ya no somos tan indispensables, las crisis existenciales que afloraron en medio de la crudeza se van diluyendo, hasta que la cotidianeidad se vuelva nuestra pandemia personal.  Eso sí mis filósofos virtuales siguen al pie del cañón, y continuamos, y les agradezco que me permitan seguir filosofando con ustedes, aun nos quedan muchos temas, la filosofía lo ocupa todo, lo cuestiona todo y nos sigue abriendo los ojos.

Y aquí seguiré escribiendo, intentando narrar el paraíso, que por ahora son más de 3000 libros que yacen en estantes enormes perfectamente diseñados para albergar historias que esperan mientras yo termino la mía en ese segundo libro. Para que una vez terminado pase a formar parte de esos estantes en espera de que alguien más lo lea, haga suya mi vida y me permita acompañarle no como terapeuta, sino como Alicia o como Mariluz, en esa búsqueda que he iniciado y a la que aun le falta mucho por desentrañar.






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