lunes, 21 de enero de 2019

"La Princesa y el Dragón"

En el taller de Escritura Terapéutica, realizamos una serie de ejercicios, generalmente yo también los hago junto con las personas que participan, este es uno que yo escribí y es de mis grandes favoritos aquí se los comparto. Para los que ya me conocen no será difícil descubrir el mensaje y la analogía.



"EL CUENTO DE LA PRINCESA Y EL DRAGON".
(Por Mariluz Barrera Glez)

Soy una princesa en el cuerpo de un dragón, 
una bruja malvada me  lanzó un hechizo 
y debo derrotar a mi peor miedo para deshacerme de el, 
el problema es que me encanta ser un dragón, 
soy fuerte, noble y majestuoso, 
tengo poderes increíbles como la sabiduría y la inmortalidad, 
he visto mundos increíbles, 
algunos me temen, 
pero hay un código para hablar con los de nuestra especie 
y he conocido magos con el don del lenguaje para dragones 
y son sabios como yo y me dirigen en el camino.

No ha sido una maldición ser un dragón, 
ha sido de lo mejor que me ha pasado en la vida.


Un día después de muchos años o tal vez siglos, 
descubrí que los dragones se estaban extinguiendo 
y yo era el último, 
y apareció de nuevo la bruja y me dijo: "¿descubriste tu mayor temor?" 
Y le contesté; "sí, dejar de ser un dragón".
Y en ese momento desaparecí y me convertí en polvo de estrellas 
y desde el firmamento observo el mundo y puedo guiar a todo aquel que cree en mi.


domingo, 13 de enero de 2019

ALAS

No sabia que tenía alas,
nací y crecí en la tierra como todo el mundo,
pero no fue hasta que casi pierdo la vida que algo extraño surgió en mi,
y dos alas inmensas surgieron de mi espalda aparentemente ya cansada.

Levantar el vuelo me llevó tiempo, acostumbrarme a su existencia no fue sencillo y en ocasiones hasta renegué de ellas,
por que andar por el mundo con un par de alas es bastante extraño y sin querer me convertí en el fenómeno de los seres que deambulan solo con los pies.

Acostumbrarme a las miradas extrañas me llevó tiempo.

Aprender a volar fue mas difícil de lo que jamás imaginé por que lo que pensaba de mi me afectaba,
ver el mundo desde el cielo me abrió  un horizonte jamás dibujado en mi pequeño mundo hasta este instante, y llegué a creer que tener alas era no solo extraño sino lo mas terrible que podía pasarme.

Al final emprendí el vuelo y el mundo creció conmigo, lo que la gente pensaba se quedo en la tierra
y yo descubrí que mi naturaleza era el cielo y la necesidad de la inmensidad.
Conocí otras tierras con otros seres que también volaban y dejé de ser un fenómeno pero jamás volví a ser una mas.


viernes, 4 de enero de 2019

El Oboe de Gabriel

"La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad no la ha extinguido". - Juan 1;5



Llevo días intentando ordenar mis ideas para escribir este artículo ya que son muchas y no encuentro  por donde empezar.  El tema de las películas en mi vida ha sido mas que pedagógico y por eso en mi reciente proyecto decidí incluirlas en una biblioteca que mis hijos, mi esposo José y yo fundamos hace unos años.

Hay una actividad que ha cobrado mucha popularidad entre los usuarios  y es la función de "Cine Filosófico".  Decidí llamarla así porque la intención era proyectar películas que nos hagan reflexionar específicamente sobre los temas filosóficos más profundos que mueven al hombre hoy y siempre.

Elegir la película es un reto, ya que al final de la proyección realizamos un pequeño análisis y las personas participan.  En esta ocasión, a mediados de octubre, se ha programado la película La Misión, del director Roland Joffé.

La historia narra que a mediadios del siglo XVIII, un jesuita español se adentra en la selva amazónica para construir una misión y convertir a los indígenas del lugar, pero sus aspiraciones se ven truncadas cuando los hispanos ceden el reino a los portugueses, que además ven como amenazador el poder evangelizador de los jesuitas.

Mucho se había escrito de las misiones jesuíticas del Paraguay, pero esta espectacular producción, superior a los 23 millones de dólares, y que se convirtió en un éxito de taquilla, está basada en un poco conocido incidente histórico entre colonialistas y jesuitas en el siglo XVIII.

La película nos hace reflexionar sobre temas extremadamente profundos y llenos de actualidad, pero el que particularmente me lleva a escribir este artículo es justamente el de la "belleza" y su relación con la religiosidad.

Me mueve e interpela todo el contenido de la cinta, incluyendo la historia de la evangelización, los paisajes, las grandes actuaciones y principalmente el complemento perfecto con la música de Ennio Morricone.

En los mas de 3000 libros de nuestra biblioteca, que han sido donados, se pueden descubrir tesoros como el que tuve la suerte de encontrar en el libro Lo estético y lo religioso: cotejo de experiencias y expresiones de Antonio Blanch, S.J.

El libro aborda temas como la experiencia religiosa, la experiencia estética, el cotejo de experiencias-cumbre, símbolos religiosos y símbolos estéticos, además de tres tipos de obras literarias según su alcance trascendente.

Ni la estética ni ell arte son temas que domino, pero es justo porque como dice Eduardo Segura cuando habla de la obra de Tolkien: "la percepción de las cosas requiere una razonabilidad, un juicio adecuado a lo que las cosas son y el arte es la manera de sobreponerse al paso del tiempo a la permanencia y el verdadero artista es un subcreador, crea a imagen y semejanza de su creador y nunca deja de crear belleza, pues hay un aleteo divino que no puede quedar callado ni siquiera por la manufactura de nuestras obras."

Después de leer a Antonio Blanch y escuchando "El Oboe de Gabriel", que es el tema principal de la película La Misión, intento transportarme a esos instantes que de forma mágica recrea la pelicula, en la que una persona mirada por otra, a quien le parecías indiferete, de pronto toca una flauta y te envía el mensaje mas importante de la vida: que no est´´as solo y que además tu existencia es fruto de un amor infinito. Te dice que no eres una carga, que no estás perdido en una selva oscura y que eres, por eso, capaz de crear belleza, de realizar obras de arte, porque eres una creación y te sientes atraído y, además, esas preguntas que parece que nunca te hiciste despiertan porque están ahí y aunque ya te las hiciste, siempre vuelven y ahora tienen una respuesta.

Esa es la experiencia religiosa, que se describe como aquella toma de conciencia por la que el ser humano se capta estando en relación existencial con algo extraordinario que se le impone desde afuera.  Y se impone no porque se usó la fuerza bruta, como las historias cuentan en las leyendas negras de la colonización, sino que se impone porque la realidad es así: de pronto se te estrella de frente y está ahi.  Esto es algo que platico constantemente con mis pacientes en terapia y al final no te queda de otra más que mirarla y abrazarla, porque así es la realidad.

La reacción ante la belleza que nos remite a lo divino es un recordatorio, ya que la vida nos hace olvidar con facilidad o, peor aún, pareciera que nada en ella tuviera un significado y dejamos de lado, sin darnos cuenta, lo que nos hace ser personas.

Las diversas historias de los personajes en la trama, los guaraníes, el padre Gabriel (Jeremy Irons), Rodrigo Mendoza (Robert de Niro), el Cardenal Altamirano (Ray McAnally), nos muestran varios caminos: el descubrimiento de la verdad, la misericordia y la esperanza, la redención y la corrupción.
Y podemos tal vez, conectarnos con alguno en particular.  Yo me he sentido personalmente como cada uno en diversos momentos, pero me niego a aceptar, como le dicen al cardenal los político, que "así es el mundo": injusto y cruel.  En verdad "así no es el mundo, así lo hemos hecho", porque la realidad es que hay algo mas grande y especialmente en cada uno: hay algo que nos hace únicos y especiales, pero necesitamos una presencia que nos provoque para tomar en serio nuestros dones para embellecer el mundo y entonar juntos, como una gran orquesta sublime, el oboe de Gabriel para enviar este importante mensaje, que tal vez se escuche como un susurro en un mundo lleno de ruido que intenta opacar lo estético y lo religioso, resignándonos a que lo que miramos y vivimos no nos remite a nada y así convertirnos en unos desesperanzados fácilmente corruptibles, renunciando con ello a ese anhelo infinito que guarda desde siempre nuestro corazón.

Publicado en la Revista HUMANUM


DE LA PANDEMIA A LA COTIDIANIDAD. (De la realidad a la evasión)

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