miércoles, 15 de agosto de 2018

SERA EN ESTA VIDA Y EN OTRA

Mudarme no fue una decisión sencilla, ninguna de las veces que lo he hecho ha sido fácil, pero esta vez me atrevo a decir que dolió mucho mas que antes, lo interesante del dolor es que intento recordar las lágrimas derramadas y yacen en un rincón del pasado por que por suerte ahora no las recuerdo con la misma nitidez, pero sí, me dolió y mucho, por que el esfuerzo puesto en la tarea de fundar proyectos que tuve que finalizar, me llevaron gran parte de mi vida y del corazón.

Curiosamente hay un sueño que desde que salí de casa de mis padres a mis 18 años se me repite constantemente, sueño con casas que se derrumban, que camino en ellas y las paredes y el suelo comienzan a destruirse y al final, estoy ahí en medio de ellas, de esas ruinas que ya no son nada.

Siempre lo interpreté como esa casa que aun no tengo, que he perdido ya en dos ocasiones por diversos motivos económicos, la primera fue siendo soltera y esta segunda ya con familia fue justo la que me obligó a moverme, a darme cuenta que lo que realmente tengo va y está siempre conmigo, hasta ahora sueños no me faltan, proyectos todavía persisten y mi familia está aquí, mis hijos y José, y por supuesto mi padre fallecido del que no tengo nada físico, ninguna herencia, solo sus recuerdos en mi cansado corazón.

Hace unos días armando el tercer nivel de Escritura Terapéutica, encontré un poema de una escritora húngara que no conocía, Agota Kristof, su historia me recordó mucho a la mía, pero en pocas ocasiones llego a sentirme tan identificada con unas letras, cuando leí su poema "Mi Casa", no pude evitar derramar unas lágrimas y ser feliz de encontrar a alguien que pudiera describir de forma tan perfecta lo que mi alma anhela y lo que tanto le duele.

Agota Kristof nació el 30 de Octubre de 1935. Con 21 años se marchó de su país cuando la Revolución húngara de 1956 fue aplastada por las tropas del Pacto de Varsovia.  Ella, su marido (profesor de historia en la escuela) y su hija de 4 meses, escaparon a Neuchatel, en Suiza.  Tras cinco años de exilio y soledad, trabajando en una fábrica dejó su trabajo y se separó de su marido.  Kristof empezó a estudiar francés, y comenzó a escribir novelas en ese idioma.



Al igual que Agota, por mas que he intentado huir de mi destino al final la vida me coloca justo donde debo estar, me ha costado tener que aceptar esta situación de la que intento sacudirme constantemente, pero al final estoy justo donde pertenezco, para poder abrazar lo importante, para llenarme de una sabiduría que jamás percibí y sentí con tanta fuerza justo como ahora, para tomar decisiones que jamás antes me hubiese atrevido a hacer, para crecer como nunca antes lo hubiese logrado si en realidad alcanzaba lo que alguna vez me propuse.  Ser listo implica mirar más allá, descubrir que la vida te habla y que en este momento mantener mi alma intacta es y ha sido mi mejor y mayor proyecto, por que de ella dependerá también el futuro y el alma de mis hijos.

Percibir y abrazar que tal vez mi hogar no esté solo en esta vida, sino también en otra me ha costado mucho, intentar no aferrarme a las cosas materiales para saborear lo verdadero ha sido de las pruebas mas grandes, al principio perderlas me remitía al fracaso y a la humillación, pero empezar de nuevo con mas fe y esperanza es lo que me ha demostrado que soy mas que fuerte y que lo que tanto he defendido que ha sido mi espíritu se yergue adolorido pero no vencido.


El mundo nos ha arrebatado toda esperanza, miro a los jóvenes resignados a vivir el aquí y ahora pero con total desolación, con la consiga de que solo lo que ven a través de los filtros que les proporciona el sistema es lo único que les queda, y si no tienen nada entonces están vacíos, y definitivamente  no hay opciión de trascender, eso no existe en sus vocabularios, no es ni una remota posibilidad, y resignados ya no se lucha, vivir o morir da igual, como se vive y como se muere no tiene diferencia, porque la realidad se agota a nuestro entendimiento limitado sin abrazar el infinito que la contiene.

Se que será en esta vida y tambien en otra, porque tanto esta como la otra están llenas de ese infinito para el que nació mi corazón, porque ese anhelo sigue latiendo y lo miro a diario, y pido a diario para no perderle de vista y poder acompañar a otros.

A continuación les comparto este hermoso poema que tocó mi alma y que refleja todo lo que mis mudanzas representan, en especial esta última y a la que le agradezco enseñarme el camino de vuelta a mi hogar.

MI CASA. (Agota Kristof)

¿Será en esta vida o en otra?
Volveré a casa.
Afuera los árboles gritarán pero ya no me darán miedo,
ni las nubes rojizas, ni las luces de la ciudad.

Volveré a mi casa, una casa que nunca tuve, o que está demasiado lejos como para que me acuerde, porque aquello no era realmente mi casa, no lo fue nunca.

Mañana tendré por fin esa casa en un barrio pobre de una gran ciudad.  Un barrio pobre porque ¿Acaso se puede ser rico de la nada, cuando se llega de otra parte, de ninguna parte, y sin el deseo de hacerse rico?


En una gran ciudad puesto que en las pequeñas solo hay un puñado de casas de desfavorecidos, y solamente las grandes ciudades tienen calles y mas calles infinitamente oscuras, donde se agazapan seres parecidos a mi.


Por esas calles caminaré hacia mi casa.

Caminaré por esas calles azotadas por el viento, iluminadas por la luna.

Unas mujeres obesas que toman el fresco me verán pasar sin decir nada.  Yo saludaré a todo el mundo, llena de felicidad.  Unos niños casi desnudos jugueterán entre mis piernas, los levantaré pensando en los míos que ya serán mayores, ricos y felices en algún lugar.


Acariciaré a esos hijos de cualquliera y les regalaré cosas brillantes y raras.


También levantaré al borracho que se ha caído en el arroyo, consolaré a la mujer que corre gritando en medio de la noche, escucharé sus penas, la tranquilizaré.


Al llegar a casa estaré cansada, me acostaré en la cama, en cualquier cama, y las cortinas flotarán como flotan las nubes.


Así pasará el tiempo.

Y bao mis párpados pasarán las imágenes del mal sueño que fue mi vida.
Pero ya no me harán daño.
Estaré en casa, sola vieja y feliz.
Mi Casa.

Foto: Mi bicicleta en la fachada de una casa de mi barrio en Campeche

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