El Joker me fascinó, es una película que te hace pensar y
que puede hacerlo en distintos ángulos, a mí por ser psicóloga me ha hecho
reflexionar en la salud mental y en una de mis grandes pasiones, la
psicoterapia.
Casualmente en estos días llegó a mis manos un libro, “El
don de la Terapia”, de Irvin D. Yalom, autor de la famosa novela “El día que
Nietzche lloró”, es hijo de padres rusos, doctor en medicina, psicólogo de
profesión y profesor de psiquiatría en la prestigiosa universidad de Stanford;
su libro me recordó algo que viene inquietándome y es la dificultad que las personas tienen
para pedir ayuda y lo difícil que a la sociedad actual le resulta brindarla, al
menos la ayuda que realmente necesitamos.
Actualmente muchos problemas emocionales intentamos resolverlos creando leyes, inventando causas que disfrazan carencias o conflictos que traemos sin resolver, estamos proyectando en asuntos políticos y legales cuestiones personales que debieran resolverse de forma particular. Es increíble la forma en que una dificultad en el entorno familiar, la falta de autoestima, por mencionar algunos problemas como en el caso de la película pueden derivar en un resentimiento social dirigido a otros ciudadanos y al sistema visto como una figura paternal que nos traerá las soluciones que nosotros mismos no hemos podido gestionar porque ni siquiera nos hemos ocupado por saber cómo llegamos a ese punto y en averiguar cómo funciona nuestra naturaleza. La realidad es que Arthur intentó hacerlo, quiso recibir ayuda, el problema es que esa ayuda proveniente del sistema será dada en la medida de lo que él considera que necesitas, y eso muchas veces no coincide con la realidad.
Mariluz Barrera González
Psicóloga con Maestría en Filosofía y Certificación Internacional en Prácticas Colaborativas
Directora y Fundadora del Instituto Hypatia y de la Biblioteca y Sala de Lectura El Gato de Alicia.
El autor describe su libro como una carta abierta a una
nueva generación de terapeutas y a sus pacientes, plantea que quiere pasar a otros lo que ha
aprendido pero está consciente de que
ofrecer consejo e inspiración a la siguiente generación de
psicoterapeutas es problemático debido a la gran crisis en la que se encuentra
nuestra profesión. Primero el sistema de salud en crisis que gestiona
cuestiones económicas y que impone tristemente una modificación radical de los
tratamientos psicológicos y es que las personas en medio de toda la gama de
abanicos y opciones que se presentan como soluciones a sus males tratan
prefieren lo que resulte más práctico, fácil y económico, y entonces la
psicoterapia está obligada a modernizarse es decir a resultar más económica y
por consiguiente breve, superficial e insustancial. Una de las cosas de las que se quejan las
personas es la dificultad para acceder a un servicio psicológico de calidad y a
buen precio, algunos se atreven a plantear –incluso los mismos psicólogos- que
es un servicio excluyente porque solo existe para quien puede pagarla,
curiosamente no lo dicen del iphone, de una educación privada o de lujos como
viajes o pasatiempos costosos, para los que muchos hacen sacrificios para
poderlos obtener, aunque asumimos que no todos son de primera necesidad, y es
que generalmente ir con un psicólogo se nos hace caro, algunos piensan que es
un lujo que no consideran una inversión y para colmo los servicios gratuitos de
salud ofrecen atención de muy baja calidad y como sucede en la película ante
recortes de presupuesto siempre se eliminará de las prioridades, incluyendo que los sueldos de los psicólogos nunca se
equiparan a los de otros profesionales de la salud.
La película es un fiel reflejo de cómo por más que
intentamos huir del sistema, terminamos convirtiéndonos en un producto suyo lo queramos
o no, y es que la salud mental y emocional siempre he pensado que no es un
asunto cien por ciento privado, y cuando digo esto me refiero a la
responsabilidad social y comunitaria que implica el que nos ocupemos de estar
bien, no es un problema que solo nos afecte solo a nosotros, el que lo hagamos
o no lo hagamos repercutirá en otros,
tanto en los que están cerca como en los que no lo están, por que el impacto
que tenemos en la vida de otros no es voluntario la mayor parte del tiempo, la
historia de nuestra existencia no es algo que nos incluye solo a nosotros, hay
muchos mas incluidos y sin proponérnoslo estamos en sus historias como la
película nos lo muestra todo el tiempo.
El no ocuparnos de nuestra salud mental y emocional nos convierte en
carne de cañón para el sistema que con sus causas e ideologías nos puede crear
problemas y soluciones que nada tienen que ver con nuestra naturaleza, y es que
ya ni siquiera nos interesamos por averiguar qué es lo que necesitamos como
seres humanos, e intentamos dar solución a situaciones emocionales desde
ámbitos que no le competen, como ejemplo tenemos el divorcio, en donde un
asunto emocional termina convirtiéndose en un problema visto únicamente desde
la perspectiva legal, y un juez con abogados tiene que solucionar algo que las
parejas también debieran resolver en el consultorio de un psicólogo y es que a
la ley no le corresponde arreglar problemas de comunicación, de codependencia o
de dificultad para construir y mantener vínculos.
Actualmente muchos problemas emocionales intentamos resolverlos creando leyes, inventando causas que disfrazan carencias o conflictos que traemos sin resolver, estamos proyectando en asuntos políticos y legales cuestiones personales que debieran resolverse de forma particular. Es increíble la forma en que una dificultad en el entorno familiar, la falta de autoestima, por mencionar algunos problemas como en el caso de la película pueden derivar en un resentimiento social dirigido a otros ciudadanos y al sistema visto como una figura paternal que nos traerá las soluciones que nosotros mismos no hemos podido gestionar porque ni siquiera nos hemos ocupado por saber cómo llegamos a ese punto y en averiguar cómo funciona nuestra naturaleza. La realidad es que Arthur intentó hacerlo, quiso recibir ayuda, el problema es que esa ayuda proveniente del sistema será dada en la medida de lo que él considera que necesitas, y eso muchas veces no coincide con la realidad.
Cuando me preguntan quién necesita la terapia, siempre
contesto que la necesitamos todos, y es que a pesar de que la película nos la
presenta como una herramienta exclusiva para un trastorno mental, la realidad
es que el apoyo psicoterapéutico enfocado desde una perspectiva existencial es una opción para todas las personas.
Cuando la gente me cuestiona que corriente manejo, confieso que se me dificultaba darle un nombre, con el tiempo me enfoqué a la terapia existencial, y descubrí que habiendo estudiado una maestría en filosofía, mis sesiones definitivamente tienen un enfoque más profundo y enfocado a asuntos existenciales que todos en algún momento intentamos resolver.
Cuando la gente me cuestiona que corriente manejo, confieso que se me dificultaba darle un nombre, con el tiempo me enfoqué a la terapia existencial, y descubrí que habiendo estudiado una maestría en filosofía, mis sesiones definitivamente tienen un enfoque más profundo y enfocado a asuntos existenciales que todos en algún momento intentamos resolver.
Otra de las cuestiones que plantea Irvin D. Yalom, es que no
pierde la fe en que en el futuro una generación de terapeutas provenientes de
una variedad de disciplinas , (psicólogos, consejeros pastorales, filósofos
clínicos ) continuarán consagrándose a una rigurosa formación y encontrarán
pacientes deseosos de un crecimiento y un cambio profundos y dispuestos a
realizar un compromiso de final abierto con la terapia, advierte que es justo
para estos terapeutas y para estos pacientes que escribe su hermoso libro El
don de la terapia.
Para mí la terapia es un “encuentro”, alguna vez escuché que
es el encuentro de dos almas, y es curioso porque psicología es justamente lo
que significa, “tratado del alma”, pero no desde una perspectiva espiritualista
como muchos quieren hacerla pasar, sino desde un enfoque filosófico en donde el
alma es aquella esencia del hombre en donde radica su razón y todo aquello que
lo define y lo hace persona.
La filosofía se convirtió en mi herramienta, porque es desde
la naturaleza del hombre donde empecé a observar nuestras carencias que se
convertían en conflictos psicológicos que eran el síntoma de algo más profundo
y de pronto me encontraba en mis sesiones hablando del sentido de la vida, o
intentando ayudar a responder la inquietante pregunta de ¿Quién soy?, y como
bien menciona Yalom terminamos enfocándonos a lo que él llama “preocupaciones
últimas” y que se vuelven relevantes en la psicoterapia: la muerte, el
aislamiento, el sentido de la vida y la libertad.
El Joker se queja de falta de empatía, se harta de esa
invisibilidad que experimenta fruto de la indiferencia, y es que a través de
estos encuentros que nos remiten a vínculos que nos rescatan como escribí en mi
artículo “Del amor y otras discapacidades” que dependerá el salir de esta
invisibilidad, pero como planteo es evidente que la gran mayoría tenemos esa
dificultad y como sociedad no podemos ofrecer una mirada al otro que pueda
rescatarlo y entonces no reconocemos su humanidad y terminamos convertidos en
meros objetos muchas veces hasta antes de nacer. “La psicoterapia no es un sustituto de la
vida, a diferencia de lo que muchos creen la relación no es un fin, sino un
medio para un fin, la intimidad de la relación terapéutica cumple con muchos
propósitos, provee un lugar seguro para que los pacientes se abran lo máximo
posible y más aún, les ofrece la experiencia de ser aceptados y comprendidos
tras una profunda apertura o revelación y enseña la habilidad necesaria: el
paciente aprende aquello que es necesario en una relación íntima, y aprende que
la intimidad es posible, incluso alcanzable”.
Es importante aclarar que existen muchas corrientes en
psicoterapia, no todos los psicólogos manejamos la misma postura, y cada uno
crea su propia forma y método muy particular, en la relación psicoterapéutica
es mi propia persona el instrumento de trabajo, e independientemente de que
exista una técnica, el método es personalizado por que partimos de que cada
individuo es único (incluyendo el psicólogo) y todas las situaciones se viven y
experimentan de forma muy personal, y es de esta relación que se construye y de
este vínculo que se crea que depende el éxito o fracaso del proceso y hacen de
estos los elementos esenciales de la cura terapéutica.
Vivimos tiempos extremadamente complejos, pero a pesar de
que el mundo cambia los conflictos existenciales que la humanidad ha vivido siguen
siendo los mismos, esos nunca cambian, leer a Aristóteles, a Descartes, a San Agustín
y a Dostoyevski por mencionar algunos lo
confirma, los problemas que veo a diario también, el detalle está en que nos
quieren hacer creer que si cambian y por lo tanto pareciera que lo que antes necesitábamos
ya no es esencial y nuestra escala de prioridades humanas se modifica, pero
como Arthur plantea en ese dolor del que no puede desprenderse lo peor que
puede pasarnos padeciendo un trastorno mental o existencial es que la gente te
trate como si no los tuvieras, y eso es a lo que yo llamo evadir la realidad.
Mariluz Barrera González
Psicóloga con Maestría en Filosofía y Certificación Internacional en Prácticas Colaborativas
Directora y Fundadora del Instituto Hypatia y de la Biblioteca y Sala de Lectura El Gato de Alicia.